Existe una tendencia predominantemente móvil en lo que respecta a la generación del milenio. El teléfono inteligente y las aplicaciones móviles son omnipresentes: servicios de mensajería, ocio, comunicaciones, redes sociales, compras o a la hora conocer comparar distintas marcas.
El poder de las aplicaciones móviles
Los millennials suponen, como consumidores, un reto para las empresas y propio el mercado. Impactarlos asertivamente dependerá de la implementación de muy diversas herramientas. Más allá de ello, las aplicaciones móviles son imprescindibles para las marcas y son el medio más efectivo para iniciar un proceso de fidelización con este grupo de consumidores.
El mundo de las aplicaciones móviles es arriesgado. Sin un buen plan, las empresas afrontarán una situación bastante desfavorable. Así lo demuestra una reciente investigación realizada por Oracle, que aborda la relación de las aplicaciones móviles con la generación del milenio y la influencia que estas ejercen en su percepción de las empresas implementadoras.
Una generación que no perdona errores
Para ahondar un poco más, consideremos lo que ocurre con el 55% de los miembros de la generación del milenio: están mucho menos dispuestos a adquirir los productos de la empresa cuya aplicación les ofrece una experiencia negativa.
A este escenario podemos sumarle que, más allá de afectar su decisión de compra, este problema ejerce un impacto significativo en su entorno inmediato, dado que el 39% de los usuarios no consideraría recomendar una compañía cuya aplicación presentó errores. Finalmente, para un 27%, la imagen de la empresa generaría una impresión negativa permanente.
Hasta dónde llegar con las aplicaciones móviles
Las empresas ante todo deben tener muy presente que en materia de aplicaciones móviles no cabe considerar hacer las cosas a medias. Además, en ningún caso se deben implementar si son discordantes con los valores corporativos. El esfuerzo debe ser tan responsable y planeado como la necesidad misma de cumplir las expectativas del consumidor real y potencial.
Asimismo, las aplicaciones móviles deben aprovechar y potenciar los puntos que fortifican y revalorizan la relación entre marca y consumidor. Esto no solo contribuirá a concretar primeras experiencias de compra sino también a fidelizar al consumidor millennial. La experiencia debe caracterizarse por su funcionalidad y relevancia: más allá de agradar, debe generar interés y ser útil.
El consumidor millennial valora mucho las estrategias comunicativas de las aplicaciones móviles para respaldarlo en diversos procesos. Sin embargo, suelen desagradarle mucho las notificaciones push, que catalogan como spam. Un 56% rechaza las notificaciones entrantes, mientras que un 50% afirma que tales notificaciones apuntan a sus intereses personales.
Existe un nuevo panorama respecto a otras implementaciones que pueden hacer las empresas en sus aplicaciones móviles. Un 73% de los millennials prefiere comprar directamente desde la aplicación, mientras que un 71% valora la facturación por este medio y, un 65% otorga importancia a la posibilidad de presentar y hacer seguimiento de los reclamos.
El dispositivo más confiable
La estrategia más inteligente consiste en facilitar que las aplicaciones móviles funcionen en todos los dispositivos posibles a los que recurren los consumidores habitualmente.
En caso de que sea indispensable optar por uno, el smartphone es indiscutiblemente la mejor opción. Si bien los millennials usan con frecuencia las tablets, su predilección sigue orientada a los smartphones para acceder a las aplicaciones móviles. Además su índice de uso supera al de cualquier otra terminal.
Además, un 66% de los millennials ha publicado contenido desde una aplicación a través de un smartphone, una cifra que duplica a la de quienes subieron contenido desde una tablet.
Nos podemos formar una idea aún más clara al observar que un 48% de los millennials usa el smartphone para enviar dinero a través de una aplicación, en comparación con el 22% que usa la tablet.